viernes, mayo 06, 2005

He vuelto directamente ap decirles a la gente qu eme critica que chingue a su madre jejeje

Gracias por esocjer mi blog como el blog de la semana en blgueratura, no lo esperaba, los amo a todos y no los defraudare.

Atte: Ronnie y los plaeros magicos
El final es lo mejor

Ella vestía de rojo y le hizo la parada al ultimo autobús de la ruta 33. Observo su reloj y daban las diez en punto. Palpó el revolver que traía dentro de la bolsa del mandado.
El chofer la observo con morbo y le hizo gestos.
Rubí no lo observo y siguió de largo en el pasillo del camión. Mientras colocaba su trasero en los asientos del camión se dio cuenta que dos niños jugaban con unas figuras de acción de plástico, mientras la madre de los niños los observaba con atención.
Una figura vieja y chueca se mecía al paso del camión, era un viejo que tenia unos lentes gigantes para su cara destrozada.
Rubí palpo el arma que estaba dentro de la bolsa del mandado.
El camión seguía su marcha sobre la avenida principal de la ciudad, nadie caminaba por las calles, el camión parecía estático en un escenario de cartón, mientras la M de macdonalds brillaba sobre la avenida principal. Puta madre , pensó Rubí al darse cuenta que la bolsa de mandado estaba abierta.
El camionero paró de nuevo en la avenida y un personaje con gabardina subió al camión. Su figura era la de un tipo rudo y gordo, olvidado por sus hijos en alguna calle de la ciudad. De sus labios le colgaba un cigarrillo sin nuevo.
El se acercó a Rubí.

-Hola señorita –dijo el tipo gordo con el cigarro en los labios.
Rubí se quedó muda.
-Yo se que trae un revolver en esa bolsa –dijo el tipo gordo, señalando hacia la bolsa de mandado-. No se asuste solo quiero platicar con usted.
Los violentos movimientos del conductor hicieron que el gordo cayera al suelo. El gordo se reincorporo y tomó asiento a la izquierda de Rubí.
-¿Como se llama? –dijo Rubí.
-Eso no importa –dijo el tipo gordo, ahora sin el cigarrillo en los labios-. Solo quiero que me escuché lo que le voy a decir. La gente piensa que estoy loco, yo antes fui un detective que resolvía casos para el gobierno. Pero no de los casos normales, si no de casos paranormales.
-A mi me han pasado cosas raras en una casa que tengo en Guanajuato.
-Si en estos momentos estuviera en servicio me gustaría ayudarle. Pero toda mi vida está desecha. Mi mujer me dejo por otro y nadie me ha pagado por los casos resueltos. Pero escúcheme esto, –el gordo bajo la voz- creó que me persiguen los gringos.
-¿Porque cree eso?
-Por que anduve haciendo pendejadas. De esas pendejadas que no se olvidan.

La escena se detuvo y el viejo de los lentes grandes se paró del asiento. En su mano sostenía una carta del tarot.
Era la carta del loco.

-¿Le disparo? –dijo Rubi
-No tiene porque –dijo el gordo, mientras Rubí sacaba el arma de la bolsa de mandado.
El revolver sonó por todo el camión y el viejo yacía en el pasillo con la carta del tarot a un lado.
-Mataste a Dios cabrona –dijo el gordo.
-Pero el parecía gringo –dijo Rubí
-El solo quería encaminar a los pasajeros a su descanso eterno.
El camión permaneció estático.
Rubí despertó y todo estaba en silencio.
Ya no había chofer de camión. El viejo también desapareció junto con todos los que estaban en el camión.
El gordo estaba tirado junto a Rubí, de su boca salía sangre. Mientras Rubí permaneció estupefacta con el revolver en la mano. ¿Ahora que hago?, pensó Rubí mientras corría por el pasillo del camión. Había dejado su bolsa con Resistol y el revolver en el estomago del gordo.
La M de macdonalds seguía brillando frente al camión que permanecía estático y sin neumáticos por la fría y muerta avenida de la ciudad de San Luis Potosí.