martes, junio 22, 2004

Ella nunca estuvo en ese lugar
Por: lavadora asesina

Despertó sudando, ella sabía que él gusano de su novio podría estar muerto en cualquier parte de Marte. Su madre le repitió varias veces la forma en que él la trataba, pero no hizo caso. Su cuerpo estaba desnudo bajo las sabanas empapadas del sudor de su propio cuerpo. Nunca había visitado Marte, pero esa noche lo había soñado y él estaba ahí, riéndose de ella. Sentía que la observaban, recordó la noche en que su madre murió mientras se colocaba los calzoncillos rojos, había subido de peso y eso le molestaba.
Las 6 AM y el despertador no sonaba. Sentía el fantasma de la muerte de su madre. Se colocaba sus pantalones de mezclilla y su cafetera servia un poco de café.
Ella seguía pensando en Marte y que tal vez él podría estar muerto, necesitaba su presencia; hace dos meses le prometió volver, pero Marte estaba lejos de ella. Se sentía observada. No quería salir del cuarto por la situación que estaba creando, tal vez seria su madre quien la estuviera viendo, pero ella no quería saberlo. Habían pasado cuatro años cuando se dio cuenta que tenia ese poder, veía el futuro en sus sueños y recibía señales extracorpóreas, no entendía nada de eso, sólo se dejaba llevar por la red y el cableado que yacía detrás de su cráneo al conectarse a la red de datos.
-¿Yuyis?
-No me digas así güey, sabes que eso me caga.
-Entonces te llamare Patricia.
-¿Por qué insistes en cambiar mi nombre?
-¿Porqué? Porque no se si estas conectada en la red, estoy cansada de eso, y cansada el verte de esa manera, destruirte por esperar a ese hombre que jamás te amo. Pero sabes que yo sí te amo.
-No me gusta el lesbianismo y lo sabes.
-Lo se, pero no aguanto verte así, todo el día estas conectada. Siento como si fueras un arma del gobierno o algo así.
-Sólo lo estoy buscando en la base de datos de soldados en fila, y los muertos. Marte no era para él y se lo dije.
-Pero él te dejo.
-Sólo tenia que cumplir con su trabajo.
Ella colgó sin dejar rastro de algún sentimiento, tenia que seguir conectada, aunque se sintiera observada. Sabía que los ataques eran incontrolables dentro de la red, lo tenia que encontrar vivo o muerto, pero lo tenia que encontrar. Su mente trabaja a todas horas con alto rendimiento. Nunca ha trabajado para el gobierno, pero si lo hiciera seria una buena arma.
Se colocó una playera azul. Se mojó el cabello y se miró frente al espejo, su rostro no estaba ahí, se había ido con el. Y había desparecido por completo
en Marte; el café estaba listo y los cigarros estaban casi completos. Le daba asco el olor a cigarro después de fumar tanto tiempo más de dos cajetillas di- arias y buscando en la base de datos. Busco unos discos compactos y se colocó el enjambre de cables en las manos y en la cabeza, tenia que buscar de
nuevo, hasta encontrarlo.

-¿Alguien en casa?
Estaba conectada y no le gustaba que la interrumpieran, ahora sólo quería seguir buscando. He engo- rdado un poco desde que Marte no me responde por
él, dijo en voz baja.
-¿Hola? ¿yuyis?
-Espera, en un segundo abro la puerta.
Se desconecto y el olor a silicio se impregno en su cuerpo, el sol empezaba a salir, ella no lo sabía, no a querido abrir esas ventanas desde que él se perdió en la infinidad de Marte, planeta ajeno a su mente. Así como nunca llego a conocer toda la ciudad de México.
-Hola, yuyis.
-Dime diana, por favor. Hace rato te dije por telé- fono que me molesta que me digas de esa forma.
-Disculpa diana. ¿No te gustaría salir? Y así podremos tomar una taza de café.
-Sabes que no soy lesbiana.
-No te estoy pidiendo algo mas, sólo quiero que te relajes y dejes de pensar en él. Has como si él nunca hubiera existido.
-Si eso fuera así, entonces yo tampoco hubiera existido.
-No puedes decir eso. No puede ser que dependas tanto de él, hasta para existir.
-Tu no lo entiendes, él me diseño.
-Tu eres un humano, no un robot.
-Él me enseño todo lo que se y lo que puedo lograr hacer.
-Tu no eras así, Diana.
-Yo nunca estuve en este lugar, quiero que lo veas de esa manera.
-Tú nunca estuviste en ningún lugar.
Ella no entiende lo que esta pasando. Ella no sabe que no puedo pararme. Ella no sabe que no puedo preocuparme por ella, pensó Diana. Marte le vino a la cabeza como cuando un rayo cae a tierra. Sintió la presencia de su madre, pero sabía que ella no se encontraba en el cuarto. Estaba muerta.
Una gota de sangre escurría por su mejilla, parecía salir de la ceja. Frente a ella se encontraba un hombre de traje. Le recordaba a unos personajes llamados “agentes smiths” que salían en una película que no recordaba en esos momentos. No supo que decir, se encontraba incomoda, sentía un total aire
de irrealidad, mientras que el hombre permanecía parado con su traje gris y sus lentes negros.
-Es como estar en dos lugares a la vez pero sin estar en uno realmente. Tú eres ese nodo que nos en- laza con la realidad. Tú eres una de miles de mujeres
que esperan a que el prototipo humano que salvaguarda el hogar regrese. Pero eso no pasara y tú lo sabes. Los poderes que tú tienes para prever el futuro, es gracias a nosotros.
-No entiendo.
-Tú no eres humana. Bueno, lo fuiste alguna vez, pero ahora te necesitamos y queremos que sigas como ahora. Esperándolo, aunque sabes que él nunca
regresara.
-No entiendo.
-Tú eres nuestro prototipo, que a sido humanizado por largo tiempo de vida humana y ahora te necesitamos. Puedes pasar desapercibida, ya no eres mas un prototipo mecánico. Te has convertido en huma- no, con sus mismas debilidades, pero con poderes que ellos no podrán tener jamás.
-¿Soy un tipo de robot? ¿O que tratas de decirme?
-Tus genes son marcianos y eres parte de nuestro complot. Ahora te necesitamos.
-¿Hasta ahora me lo dicen?¿Crees que soy estúpida?¿Como puedo creerte? Sólo mírame, estoy sangrando, eso significa que soy real, que soy humana.
-Todo es parte del complejo sistema al que has evolucionado para ser humano. Pero mujeres como tú existen miles y la mayoría a nuestro servicio.
-Lo sabía, él nunca regresaría.
-Él es parte de ese complot. Soldados que no regresan, mientras su pareja estará esperándolos. Son el resultado de nuestros arduos trabajos.
-¿Que clase de mariguanadas son esas?
-¿Quieres ver mi rostro?
Una bala atravesó el cráneo del sujeto y la sangre nunca escurrió. Pero el rostro estaba por todo el suelo , mientras Diana gritaba, hasta buscar un refugio y alguna respuesta de lo que estaba pasando.
-Lo siento señorita, esto tiene que suceder.
Una bala atravesó el único corazón que la raza humana le había proporcionado para la supervivencia en este universo hostil.
-Llévensela y al marciano también. No quiero escándalos, ni noticias rojas en los periódicos, hagan saberle a punta de madrasos a la dueña del lugar que
ella nunca existió y si encuentran más problemas, maten a todo al que la busque.
-Jefe. ¿Cómo poder luchar contra ellos? Si esos pinches gringos dejaron usar este planeta como su laboratorio social.
-Saber ese tipo de preguntas esta cabron. Pero lo más culero en estas situaciones son las pobres mujeres estas. Toda una realidad de espera y fantasía para que después venga otro y las haga ver como algo importante dentro del universo.
Se alejaron sin dejar rastro. El olor a silicio nunca había existido y Diana igual. La cafetera ya no servia para nadie y el olor a miedo seguía impregna- do en las paredes.

-Oiga disculpe.
-Si señorita, dígame.
-¿No existe en estos edificios una mujer llamada Diana? Recuerdo que el número de su cuarto era el cuatro.
-No creo, ella nunca estuvo en ese lugar. O tal- vez se fue y no la recuerdo.
Nunca deseo tocarla. Sólo quería ser su amiga, porque un lazo especial sentía que las unía. Pero ella nunca estuvo para ella ni para nadie.

1 Comments:

Blogger Carlos said...

jaja pinche cuento, esta chido

5:26 p.m.  

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